viernes, 29 de diciembre de 2017

HACE 40 AÑOS, FERROL FUE A TORRENTE

Se cumplen 40 años de aquel memorable día 28 de diciembre de 1977 -y no era una inocentada- en que en un viaje express, a bordo de un R-5, surcando kilómetros sobre un "hermoso y fino manto de nieve" y jalonado el camino de pequeñas peripecias (las pasamos "canutas"), los periodistas José Varela (La Voz de Galicia), Coque Bruquetas (COPE) y un servidor (Ferrol Diario), representando al colectivo de los medios locales, nos desplazamos a Salamanca para entregar a Gonzalo Torrente Ballester el título de "Ferrolano del Año-1976". Era el primer "Ferrolano del Año", galardón hoy adoptado por el Concello de Ferrol. Siempre insisto en recordar esto no vaya a ser que los políticos actuales crean que "Ferrolano del Año" es una idea de la primera institución. No, no, es una idea de los periodistas ferrolanos de los años setenta.
Entonces, no existía aún el Club de Prensa de Ferrol, nos reuníamos los "plumillas" todos los finales de año en régimen de autoconvocatoria para confraternizar en una cena festiva. Fue en ese foro en donde se gestó el citado premio y en donde se empezó a barajar la idea de organizarnos como colectivo, aunque no sería hasta diez años después que nació el CPF.
El premio, una bandeja de plata, regalo de los joyeros ferrolanos, tenía que habérsele entregado a GTB en el curso de su veraneo en La Ramallosa, pero ese año el escritor ferrolano se lesionó en una pierna, quedó inmovilizado en casa y no pudo acudir a su cita estival. Un servidor, encargado de custodiar el presente, en un monumental e "histórico" despìste, había colocado la bandeja encima de un armario en su casa en donde "durmió el sueño de los justos" hasta que, providencialmente, buscando no sé qué cosa el día 27 de diciembre me doy de bruces con un envoltorio que me despertó la curiosidad y hete aquí que era el regalo que "aún" no le habíamos entregado a Torrente cuando estaba a punto de finalizar el 1977.
El que suscribe se puso en contacto ese mismo día con los compañeros mencionados y, solicitado el oportuno permiso en las respectivas empresas, quedamos en que al día siguiente, día 28, de madrugada, emprenderíamos un urgente viaje a Salamanca tras advertirle de la visita al ilustre galardonado.
La bandeja de plata fue por fin ¡ay! entregada a su "titular" que nos recibió en la sobremesa de la citada fecha "brindando" con un café, que nos calentó el cuerpo y hasta el espíritu, y manteniendo con nosotros una amenísima conversación que el escritor y académico ilustró con abundante anecdotario. Inmediatamente, regresamos sin más pérdida de tiempo porque estábamos bajo la amenaza de quedar bloqueados por la nieve. Una vez salvado este escollo, hicimos noche en el Parador de Verín y a la mañana siguiente nos pusimos en camino hacia Ferrol.

(En la foto de la portada de "Ferrol Diario", de izquierda a derecha, José Varela Cachaza, un servidor entregándole la bandeja a Gonzalo Torrente Ballester y Coque (Juan José) Bruquetas Sierra).
Añado al relato que Torrente Ballester nos obsequió a los visitantes con sendos ejemplares de su discurso de ingreso en la Real Academia Española, debidamente autografiados y que guardo celosamente como una preciada joya.


viernes, 8 de diciembre de 2017

Del Licor de Toxo actual a la harina de tojo como pienso para el ganado vacuno del siglo pasado



Molino de tojo de Betanzos
Sabía del Licor de Tojo, salido del ingenio ferrolano, pero lo que desconocía es que en su día, años cincuenta del siglo pasado, se obtuviera harina de tojo como alimento para el ganado vacuno. A tal efecto se habían diseñado unos molinos que llegaron a funcionar, el primero en Betanzos, el segundo en Sarria y el tercero en Cruces.
Juan Rof Codina, en La Noche, 11-11-1954 cuenta que la electrificación del campo abría en aquella época camino a instalaciones que demandan energía para motores de fácil manejo y entre ellos citaba los molinos de tojo. Y contextualizaba su colaboración precisando que desde tiempos prehistóricos el tojo se utilizaba como alimento del ganado caballar y vacuno, pero como la sustancia proteica radica en sus hojas  espinosas y coriáceas era necesario dividir los tallos y machacar las hojas con mazos, operaciones lentas y costosas.
Así pues, los modernos molinos de tojos -que se decía entonces- dividen en pedazos pequeños los tallos tiernos de la planta y a continuación con unos martillos de cientos de revoluciones reducen a harina toda la masa "sin que quede vestigio de las espinas coriáceas y completamente transformado en polvo seco inalterable con el que se confeccionaban piensos variados".
Esta idea que barajaba Rof Codina pronto germinaría. En febrero de 1955 el mismo rotativo anuncia la inauguración en Betanzos de la "primera fábrica de harina tojo que existirá en la provincia". El redactor de la noticia subrayaba que con este molino se abría un capítulo importante dentro de la economía regional aprovechando el tojo que solo se utilizaba para la cuadras de los animales que, mezclado con los desechos, generaban un abono muy eficaz para las tierras de cultivo.
"Ahora se piensa, prosigue el informador, que esta harina obtenida del tojo tendrá aplicaciones industriales e incluso se aplicará para la alimentación del ganado".

Recorte de "La Noche" de 19-02-1955
En efecto, en un suplemento de La Noche de fecha 19 de febrero de 1955 se publicaba un reportaje a toda página de la inauguración de un molino de tojo en Betanzos. Con la colaboración económica en la que intervienen la dirección general de agricultura, la Cámara Oficial Sindical Agraria de A Coruña y el servicio de mejora de prados del Plan Agrícola de Galicia se puso en marcha esta molienda en plan experimental. La finalidad era resolver el problema de escasez de pienso para el ganado que se presenta en el invierno. El molino en una jornada normal de 8 horas iba a moler unos 2.000 kilos.
En dicha información se comentaba  que existía el precedente de las Landas francesas en donde hacía muchos años que los agricultores por métodos más o menos rudimentarios molían el tojo y lo utilizaban para alimentar sus vacas, al parecer con buen resultado.
A la sazón, año 1955, en Galicia había un millón de hectáreas de monte de tojo.
Hice seguimiento a esto de las moliendas de tojo y no hallé más que lo que aquí publico y cito, lo cual parece indicar que el  invento tuvo poco éxito, pero no dejó de llamarme la atención, curiosidad que comparto con amigos y amigas, lectores de mi blog.